Una carta a la corrupción

Esta vez, os traemos una exposición muy particular. Una exposición que reúne las obras de 15 artistas que hacen su peculiar homenaje a la corrupción. Inaugurada el pasado 29 de enero en el Espacio Trapézio de Madrid, Querida corrupción es un proyecto expositivo comisariado por Enrique Miguélez y Daniel Silvo y promovido por Politicians For Change, una ONG de reciente creación cuyo objetivo es luchar contra la corrupción política y darla a conocer a la sociedad.

Los 15 artistas que se han unido a este proyecto son Julián BarónÁlvaro BernisAngie Bonino, Arantxa BoyeroJuan Francisco CasasJosechu Dávila, Antonio FrancoCarlos González-CastrilloDiana LarreaCristina LlanosUgo Martínez Lázaro, Eugenio MerinoNOAZIván Solbes y Laura Tejedor.
Featured imageArtistas a los que se planteo una propuesta inicial clara y sencilla: ¿Qué os parecería realizar un retrato (en su sentido más amplio) de un político corrupto? Cada artista tenía el nombre de un político sacado de una lista de condenados por corrupción. “Pero es en este sencillo proceder, donde reside la fuerza del proyecto, es en su evidente banalidad donde se refleja la veracidad de nuestra propuesta”, explican desde Espacio Trapézio.

Las obras críticas de la exposición pertenecen a todas las disciplinas artísticas: siempre a elección del autor. Pueden ser dibujos, pinturas, esculturas o incluso monedas “gigantes”. La cuestión no es la forma, sino el fondo: retratar a los protagonistas de estos actos delictivos.

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Se trata de crear un arte humano y comprometido. Aunque solo sea para que todos esos alcaldes, presidentes y concejales que aprovechan su estatus para actuar en su propio beneficio, aunque perjudiquen a los ciudadanos, se vean retratados y sientan vergüenza de sí mismos. Y si no la sientes ellos, que la sientan sus madres y sus hijos: tal vez así se arrepientan de verdad.

Desde la web de Espacio Trapézio citan: “Se nos ha invitado a poner cara a la corrupción, y nosotros a su vez invitamos a todos los ciudadanos a hacer lo mismo: ponerle cara en nuestros ayuntamientos, distritos y comunidades vecinales a las personas corruptas, porque creemos que no debemos hablar de corrupción en sentido abstracto, sino de todas las personas corruptas, aquellas que hacen el mal de manera sistemática”.

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Esta iniciativa ha surgido gracia a una ONG de reciente creación (2014) denominada Politicians For Change, que pretende dar a conocer los casos de corrupción política a los ciudadanos para que estos, libres e informados, puedan actuar en consecuencia.

En su página web, Politicians For Change, explican que son “un proyecto independiente, no partidista y colaborativo, formado por ciudadanos que, como tú, estamos hastiados ante los escándalos políticos que nos rodean y hemos decidido aportar nuestro granito de arena para mejorar nuestra sociedad”.

Querida corrupción es la primera de sus acciones llevadas a la práctica. ¡Y de qué manera! Estad muy atentos porque esta organización promete dar mucha guerra. Podéis ver la muestra hasta el 15 de febrero. ¡¡¡Daros prisa!!!

Como cabe esperar, la censura termina por llegar…

Los hechos aquí narrados no son actuales. Es cierto. Tampoco lo son muchos de los autores que aparecen en nuestras entradas. Eso no significa que sean menos importantes o que deban caer en el olvido.

Hace un año, la obra del artista denuncia Ausín Sáinz fue censurada por el Ayuntamiento de Salamanca, un organismo público. Y eso trajo consigo algunas apariciones en prensa, radio y televisión; y pronto, como suele ocurrir, cayeron en el olvido por aquello de la fugacidad de los medios periodísticos. Hoy queremos traer de vuelta un tema complejo y duro para nuestros tiempos.

Estamos en un país democrático, europeo, progresista… y sin embargo Ausín Sáinz fue censurado por el Ayuntamiento de Salamanca porque en sus obras aparecían unas heces sobre las cabezas de Rajoy y la infanta Cristina. ¿Y cómo se justificaron? Resulta que el contenido era “inadecuado” para el público infantil. Sí, sí, oyen bien. Inadecuado.

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Inadecuado para un público infantil que, al salir del centro municipal donde hubiera tenido lugar la exposición, se irán a casa a jugar con videojuegos violentos hasta que se haga la hora de cenar. Entonces, pondrán la tele y sus impunes mentes se verán atacadas por anuncios que les prometen belleza, poder y éxito si compran objetos carentes de valor. Al mismo tiempo, cenarán barritas de pescado congeladas con grasas saturadas, bañadas por el líquido de la felicidad: la Coca-Cola. Y sí, es que el azúcar da mucha felicidad. Terminarán su cena. Se levantarán de la mesa y enchufarán el ordenador para pasar a formar parte de un mundo donde todo vale… y donde nadie sabe qué puede aparecer ante sus ojos. Quién sabe, igual hasta llega este “horripilante” post a sus pantallas. Hablarán con sus amigos por Whatsapp o por Instagram y se quejarán de la tarea que tienen pendiente. ¿Y sabéis cómo lo harán? Con una simpática hez, caca o mierda (como ustedes prefieran) con ojos. Sí, esa que todos nuestros teléfonos incorporan. Y justo antes de acostarse, o tal vez a la mañana siguiente, según el tracto intestinal del niño, irán al baño y expulsarán de su interior parte de las grasas saturadas y los azúcares de la cena (otros se quedarán en sus arterias). Sí, harán de vientre. O cagarán mierda. Dicho a lo barriobajero.

Pero, eso sí, desde el Ayuntamiento de Salamanca no pueden pasar por alto que las mentes del público infantil se expongan a una hez, a esa misma mierda que cagan todos los días y que circula por nuestros teléfonos.

No importa que beban azúcar en vena o que su autoestima se reduzca un palmo cada vez que ven cuerpos esbeltos y caras bonitas en la televisión. No importa que se les prive de leer un buen libro a cambio de cientos de píxeles luminosos, no importa que se les aconseje que compren, que gasten, que consuman, que adquieran toda clase de instrumentos y objetos que les prometen ser quienes no son. No importa.

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Lo único que importa es que sus pequeñas mentes no se pregunten qué coño hace la mierda del Whatsapp encima de la cabeza de ese señor y de esa señora que salen todos los días en la tele. Porque eso sería un sacrilegio. Estarían condenando a sus pequeñas mentes a pensar por sí mismas, señores. A preguntarse el por qué de esa mierda en ese lugar. No vaya a ser que se les escape después esa fastidiosa palabra delante de la profesora de lengua y la acompañen con sus múltiples sinónimos. ¿Serán esos los únicos que se sepan?

Pues eso. Menuda mierda.  Esperemos que en otra ocasión dejen que Ausín Sáinz haga pensar al público infantil. Qué buena falta le hace. Y perdón por lo soez del post. A nadie le gusta que le digan que sus hijos no saben pensar.

Para más información sobre Ausín Sáinz, pinche aquí.

La mejor lección de tu vida

Querido lector, en estos momentos me dispongo a darte la mejor lección que jamás hayas recibido. Habrás escuchado una y otra vez palabras pronunciadas por catedráticos, economistas y filósofos. Las habrás escuchado, además, con atención y persistencia, intentando aprovechar cada sílaba, cada atisbo de profecía, siempre preguntándote por qué son tan sabios, por qué hasta, a veces, son capaces de predecir los nuevos acontecimientos que marcarán nuestras vidas… Y, sin embargo, ninguna de esas clases magistrales han sido o serán tan especiales como la que hoy vas a recibir.

Pero vamos despacio. Sin prisa, pero sin pausa. Empezaremos con un ejercicio práctico. Quiero que leas las siguientes palabras y pienses en lo primeo que te venga a la cabeza.

«Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro,
generoso, estafador.
Todo es igual; nada es mejor;
lo mismo un burro que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón;
los inmorales nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón».

¿Y bien? ¿En qué estabas pensando? ¿Crees que podía hacer referencia a Pujol? ¿Tal vez al pequeño Nicolás? ¿A ese gran empresario y político que duerme en su lujosa casa mientras tú te levantas ojeroso a las 7 de la mañana pensando en cómo pagar las facturas?

¿Y qué ocurre si te digo que estas palabras se escribieron hace exactamente 70 años? ¿Y si resulta que hablan del marco político y social de la Argentina de 1935?

Aunque parezca mentira, estas palabras forman parte de un antiquísimo tango compuesto por Enrique Santos Discépolo, titulado “Cambalache”.  Una canción que muchos conocerán, dado que se ha convertido en uno de los iconos del tango argentino, sobre todo por su contenido cargado de represarías hacia la clase política y alta sociedad argentina. Un tango que nos habla de una verdad universal y atemporal: la del poder y el dinero como única meta, la de la injusticia, la de la falta de valores.

 

 

Discépolo creó este tango para la película titulada «El alma del Bandoneón» estrenada en 1936, aunque se hizo claramente popular con la versión realizada por el cantante Julio Sosa, también denominado “El Varón del Tango”. Otros como Carlos Gardel, Serrat, Ismael Serrano o Julio Iglesias también se han atrevido a interpretarlo.

Censurado en diversas ocasiones, este tema se ganó el derecho de ser una de las más brillantes creaciones musicales de crítica. Los primeros en acobardarse por la letra de la pieza musical fueron los que estuvieron detrás del Ministerio de Educación en la Argentina de 1943. Y los últimos, los que andaban cortando la libertad de expresión durante la Dictadura Miliar de 1976. Lo que está claro es que algo de razón tendría la letra si se molestaban tanto en su censura, ¿o no?

«Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón,
cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón.
Mezclaos con Stravisky,
van Don Bosco y la Mignon,
don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuos,
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia contra un calefón».

El párrafo expuesto anteriormente posee una fuerte carga crítica.  Discépolo trata como iguales a personajes completamente diferentes que parecen cohabitar en una misma esfera de cambalache aún cuando pertenecen a mundos y lugares que no coinciden en el tiempo.

Hablamos del cambalache, querido lector. O, dicho de otra forma, para aquellos que no terminen de comprender este término coloquial argentino… de la estafa, del engaño, de la corrupción.

Y releyendo estas palabras que trajo al mundo Discépolo, uno se pregunta… ¿estamos destinados a que la historia se repita una y otra vez?

«¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril…
El que no llora no mama
y el que no roba es un gil!
¡Dale nomás! ¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
se vamo a encontrar!
¡No pienses más séntate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Que es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de las minas,
que el que roba, que el que mata
o está fuera de la ley.»

 Y es que ya lo decía Discépolo nada más comenzar la que se convirtió en su obra maestra… la que se ha convertido en estos instantes en la lección más importante de tu vida, querido lector: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también”. Y da igual que nos comuniquemos con señales de humo o a través de WhatsApp, da igual que creamos que somos civilizados porque “siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé…”

Y si el siglo XX “es un despliegue de maldá insolente” y “ya no hay quién lo niegue”, tampoco nadie puede girar la cabeza en este siglo XXI, en este nuevo siglo de la tecnología y el progreso, en el que en realidad vivir, lo que es vivir… “Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos…”

Nuevos modelos artísticos contra la corrupción

Con motivo de las festividades navideñas, y más especialmente, con la llegada del 31 de enero, es habitual observar en televisión cómo muchas cadenas hacen sus propias interpretaciones del año y dejan que el humor se sirva de los aspectos políticos más preocupantes para hacernos llegar un nuevo concepto artístico: el sketch. Los hay de todo tipo, y aunque proliferan en épocas festivas, están presentes anualmente.

Este novedoso género audiovisual tiene cómo base fundamental el humor que les sirve de hilo conductor para hacer llegar a los espectadores la realidad social. Es una nueva forma de contar y manifestar indignación, pero quizás por su ligereza (la mofa) llega más fácilmente a las masas. ¿Quién no está abierto a la risa?

Los sketches pueden presentar una pequeña historia, aunque en este caso, yo he seleccionado tres obras musicales, ya que considero que son las acciones más demandadas por el público generalista, y la que llegan al público de un modo más directo.

En este primer vídeo, del Gran Wyoming, vemos una reconstrucción de la canción «Resistiré». Se trata de una parodia realizada tras las elecciones en las que salió victorioso el Partido Popular. Es importante que tengamos en cuenta el momento exacto en el que se desarrolló este vídeo, sobre todo porque llama la atención el carácter «predictivo» de la actual situación que existe con el Gobierno popular. Además, debemos tener en cuenta que el sketch reproduce, en cierta forma, el mítico vídeo de Obama en el que se hacía referencia a un «Yes, We Can» que en ese momento ya estaba perdiendo fuerza entre la sociedad estadounidense. Por todo ello, la sátira todavía es mayor.

El siguiente vídeo, de La Hora de José Mota, también hace referencia a la clase política, pero en este caso pone en evidencia la pérdida de interés de la sociedad actual por un derecho fundamental de nuestra Constitución: el derecho al voto. Es evidente que muchas personas han perdido el interés por lo que sucede en las altas esferas políticas y cada vez son menos los que van a las urnas convencidos de que tener capacidad de decisión con su voto.

El último de los vídeos seleccionados pertenece al popular programa de la ETB, Vaya Semanita, y, aunque algo antiguo ya, hace referencia a uno de los episodios más sonados de la corrupción española: Marbella.

Es obvio que nuestros políticos atraviesas una crisis de valores y que, de algún modo, la sociedad se encarga de dejarles claro que no somos tontos y que nos estamos dando cuenta. Sin embargo, hay quién no reconoce el humor como una forma de lucha o activismo, ya que considera que se tratan aspectos de gran seriedad en forma de mofa. Este, desde luego, es un debate sonado. Y si bien la risa es siempre un mecanismo para llegar a la gente… tal vez sea cierto que de alguna manera se estén banalizando estos temas de interés social o que haya personas que lo puedan sentir de este modo.

En mi caso, considero que es una buena forma de canalizar las emociones porque, además, reírnos de las situaciones que vivimos, es el primer paso para llegar a la concienciación y, de ahí, al activismo.

 

Eulàlia Grau, un collage de la corrupción desde los años 70

La corrupción está de moda. Los medios de comunicación amanecen cada mañana con sus páginas impregnadas de acusaciones contra la alta esfera política. Surgen nuevos casos que se agolpan uno tras otro en las ondas radiofónicas y, cada vez, se lanzan al aire más nombres que llegan al oído de los oyentes y, después, nos ponen sus caras en esa caja tonta que llamamos televisión.

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Y nosotros pensamos… “¡Qué barbaridad! ¿Cómo va a acabar este país?” Y en muchos casos cerramos las páginas del periódico (aquellos nostálgicos que todavía lo leen), apagamos el ordenador o la tablet, desconectamos la radio y cambiamos de cadena en la televisión. Cualquier cosa para dejar de escuchar cómo esos mangantes siguen saqueando las arcas públicas. ¡Qué gran equivocación!

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De vez en cuando surge este tema en el bar con los amigos y decimos… “Esto antes no pasaba…” Y, de nuevo, cómo no, volvemos a equivocamos. Porque eso es algo que siempre ha ocurrido… ¡Siempre! Y es que ya se sabe… El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

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Por suerte, hay personas que, a lo largo del camino, plantan cara a las rocas que se interponen entre ellas y el acierto. Una de esas personas es Eulàlia Grau, nacida en Tarrassa en 1946. Una artista contemporánea  y de vanguardia que ha utilizado su capacidad creativa para reivindicar las desigualdades entre clases económicas y luchar contra la corrupción de estos y de otros tiempos. Porque si ahora la corrupción está de moda, en los años 70, poco le faltaba.

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Su arte está basado en el collage, la superposición de imágenes que aparecen en la prensa escrita, como reflejo de una sociedad marcada por los medios de comunicación que imponen su propia visión de los acontecimientos. Su arte sirve para que todos nos hagamos una pregunta sencilla de formular, pero demasiada complicada de responder… ¿Cómo es posible que, en un periódico, tenga la misma importancia una fotografía de las azafatas de una aerolínea de lujo y la de un prisionero de un campo de concentración? Imágenes que nos llegan diariamente, estímulos que debemos aprender a clasificar… priorizando aquellos que realmente importa en nuestras vidas.

Una de las exposiciones de Eulàlia Grau que agruparon a un mayor número de gente fue la que acogió el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) de febrero a mayo de 2013. ¿Queréis conocer las obras allí expuestas? ¡Este vídeo os lo muestra!

Un arte que denuncia la corrupción desde los años 70 hasta la actualidad. Collages repletos de carga emocional. Un ejemplo, la comparación de dos fotografías de 1976: una en la que se ve a Jimmy Carter, presidente de los EEUU en aquel momento, con su familia; y la otra, también una foto de familia, pero esta vez la de un andaluz en paro. Os invito a que reflexionéis: ¿Qué ha cambiado desde entonces?

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Injusticia para Justi&Cia

Tráiler de la película Justi&Cia, del director Ignacio Estaregui. Estrenada en 2014, esta película se centra en la historia de Justino (Hovik Keuchkerian), un ex minero que harto de la situación actual de corrupción, se lanza a la carretera, acompañado por su escudero (Álex Ángulo), decidido a convertirse en un justiciero contra los políticos corruptos.

 

¿Por qué filmar esta película justamente ahora?

España está viviendo una época infectada por continuos casos de corrupción política (y no solo). En los últimos meses, hemos escuchado en televisión cómo Pujol, Gürtel, Bárcenas, Correa, Rato, Granados y tantos otros eran vinculados con tramas de corrupción. Justi&Cia, además, no pudo estrenarse en mejor momento, justo cuando acababa de estallar el caso de las tarjetas ‘Black’. Y en este contexto social y político, la película analizada cobra más importancia y adquiere mayor capacidad de impactar en un espectador cansado de una situación insostenible para muchas familias. Este contexto hace que la película tome un matiz alegórico entre el manifiesto, la protesta social y el arte.

 

Pero… ¿qué significa realmente Justi&Cia?

La pieza artística que os proponemos es un tráiler cinematográfico. Unos pocos minutos que guardan la esencia de lo que es la bella obra que trata de mostrar y ensalzar, con la esperanza de llamar la atención de algún pobre espectador que encuentre consuelo en esas imágenes: consuelo o, al menos, comprensión. Hablamos del tráiler de Justi&Cia, una película rodada con bajo presupuesto, como solo una obra de estas características podía hacerse.

¿Alguna vez os habéis encontrado a solas con un político corrupto? Imaginad ese momento. ¿Y bien? ¿Qué haríais? Tal vez nada, porque al final el ser humano es demasiado cobarde para casi todo y también para dar una lección a quién lo merece (y prometo no estar haciendo apología de la violencia, pero… es inevitable pensarlo, ¿no estáis de acuerdo?)

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Pues eso, que no podemos salir a la calle y empezar a cortar cabezas, pero que en nuestra imaginación podemos hacerlo todo… y de eso va el arte, y de eso va Justi&Cia. Va de un hombre, Ignacio Estaregui, que se quedó sin trabajo y que luchó por una idea, una idea que le tocaba muy dentro y muy cerca. Esta peli no trata de ese minero en busca de venganza (al menos, no solo de eso). Esta película trata de Ignacio Estaregui.

Ese hombre que creyó en sí mismo, que dijo ser un mero superviviente, que se endeudó hasta las cejas siguiendo un sueño, un objetivo, una ilusión… Esta película trata sobre todos esos directores de cine (reales o en “vías de desarrollo”) que, alguna vez, han perseguido esa forma de transformar el arte en Justi&Cia. Esta película sirve para decirles a los poderosos que tenemos voz. Nos podrán dejar sin un duro, pero, incluso así, conseguiremos reunir el valor y la forma de gritar al mundo nuestros ideales… Justi&Cia no es una producción de cine… Se nota en sus escenas (su dirección de arte, sobre todo), y precisamente eso mismo es lo que la hace especialmente bella y dramática: porque sin dinero, sin subvenciones y sin apoyo institucional… Ignacio (y todo su equipo) ha conseguido hacer una obra artística que traspasa la belleza y llega al corazón.

Justi&Cia no podía ser una superproducción de Hollywood si perseguía reivindicar la injusticia de la sociedad. Somos precarios, porque el poder nos hace precarios… El arte se manifiesta de muy diversas maneras, ¿no es así? Porque, en definitiva, es injusto que Justi&Cia no haya contado con más medios… y, al mismo tiempo, solo eso la hace ser precisamente perfecta.