En 1985, un grupo de artistas neoyorquinas cansadas de la hegemonía masculina dentro de los museos decidieron comenzar una protesta frente al MOMA. Y para ello se erigieron como superheroínas anónimas, ocultas tras caretas de gorilas y utilizando nombres de artistas femeninas ya fallecidas, como Frida Kahlo, Georgia O’Keeffe, Meta Fuller o Kathe Kollwitz. Así nacen las Guerrilla Girls, autodenominadas “conciencia del mundo del arte”.
El colectivo utiliza tácticas de guerrilla para visibilizar la desigualdad de raza y género, realizando pósters y performances que muestran con ironía los datos que reflejan la discriminación. “El humor ayuda cuando estás hablando con alguien que no está de acuerdo contigo, es una forma de comunicarse. Cuando haces reír a alguien se pone de tu lado durante un segundo”.
Desde el comienzo, las Guerrilla Girls se dieron cuenta de que necesitaban ocultar su identidad para despersonalizar su discurso, y empezaron usando pasamontañas. La idea de disfrazarse de gorilas proviene de un error ortográfico (de guerrilla a gorilla) de una de las fundadoras.
Todo empezó como respuesta a una exposición en el MOMA – “An International Survey of Recent Painting and Sculpture” – que se presentaba como un resumen del estado del arte mundial, pero que apenas incluía obras realizadas por mujeres, y en la que todos los artistas eran blancos; por lo tanto estaban dejando fuera a una gran parte de la sociedad. Si el arte es reflejo de la vivencia y la experiencia personal, al dejar de lado la mirada de todo un género y de las minorías, nos estamos perdiendo mucha riqueza cultural, y no podemos hablar de una historia del arte realmente completa.

En el Museo Metropolitan hicieron una comparativa entre el número de desnudos femeninos que contenía el museo y el número de obras realizadas por mujeres. El resultado (un 85% de desnudos de mujeres frente a menos de un 5% de obra firmada por ellas), ponía de relieve que la mujer era considerada objeto y no sujeto en el arte. En sus reivindicaciones, las Guerrilla Girls apuntan a los tratantes de arte, comisarios de exposiciones y críticos como responsables de esta desproporción.

Desde que las Guerrilla Girls iniciaron sus andanzas hace treinta años, el porcentaje de artistas mujeres en museos algo ha mejorado (aunque no lo suficiente), y el colectivo ha ampliado el rango de sus críticas a la industria cinematográfica, al mundo del teatro, y a males endémicos del sistema como la guerra o la pobreza. A lo largo de estos años, han escrito libros, viajado por todo el mundo para dar conferencias en escuelas y museos, y creado gran cantidad de material gráfico para denunciar y concienciar a la población.

Alrededor de 55 mujeres han sido Guerrilla Girls durante estos años, algunas durante meses y otras durante décadas; pero todas ellas usando el humor y la provocación para visibilizar la corrupción y discriminación subyacentes en el mundo del arte, el cine, la política y la cultura popular.
Hasta el 26 de abril se puede visitar en Matadero Madrid una retrospectiva del arte y activismo de las Guerrilla Girls en estos 30 años.
Conferencia ofrecida el 31 de enero dentro del marco de la exposición.