Banksy es el pseudónimo empleado por un prolífico artista de graffiti del street art británico, activista político y pintor, cuya identidad no está confirmada.
Su arte urbano e iconoclasta, muestra en su gran mayoría piezas satíricas sobre política, cultura pop, moralidad y etnias. Combina escritura con graffiti con el uso de estarcidos con plantilla (o stencils en inglés) e instalaciones, situadas generalmente en calles, paredes o puentes de grandes ciudades como Londres o Nueva York; aunque la mayor parte de su obra se ubica en Bristol, ciudad que parece ser su lugar de origen.
Banksy utiliza sus obras para plasmar comentarios políticos y sociales. Desnuda, con una increíble voluntad polémica y poética, muchos de los lugares comunes del capitalismo, creando una galería de imágenes en pos de las luchas sociales actuales y venideras. Utiliza su arte urbano y callejero para promover visiones distintas a las de los grandes medios de comunicación.
Pero Banksy también vende su obra a organizaciones benéficas como Greenpeace o a empresas como Puma y MTV, e incluso, vende cuadros en circuitos comerciales o en la galería de arte de su agente, Steve Lazarides, en el Soho londinense. Y es en este punto donde reside la contradicción de este artista, lo que ha suscitado cierta polémica y el nacimiento de opiniones encontradas sobre el compromiso ético de su trabajo. Hasta tal punto que otros artistas y activistas lo acusan de ‘vendido’, al incurrir en una evidente falta de coherencia, ya que por un lado se erige en contra el sistema capitalista que ahoga a la sociedad y por otro, se nutre del mismo.
Cuando entramos a posicionarnos en esta relación de amor-odio, debemos ser cautos y considerar que, entre otras cosas, rentabilizar sus creaciones le permite financiar nuevos proyectos. Pues, en definitiva, es simplemente un artista que actúa como crítico de un sistema del que participa y alimenta, como hacemos todos. ¿Acaso el hecho de subsistir en el sistema capitalista nos quita derecho a ser críticos con el mismo?
Dejando de lado la idoneidad o no de comerciar con un arte anticapitalista, técnicamente se trata de un talentoso artista del graffiti, con obras de un fuerte contenido social, ácidas, inteligentes y mordaces, merecedoras de reconocimiento. Banksy pone el dedo en la llaga y trata de sacarle los colores a un occidente acomodado que mira casi siempre hacia otro lado.
ENLACES:
ARTE CALLEJERO QUE VALE MILLONES
LA BANALIDAD DEL MAL A OJOS DE BANKSY